Por Pranada Dasi

Este libro, La voz de las mujeres emerge en ISKCON, pone de manifiesto el hecho de que, en cierto momento, se silenció a las mujeres y ellas decidieron hablar. Esto contradice la idea predominante de que las mujeres en ISKCON deben regirse por las reglas y los roles del stri-dharma (el dharma de las mujeres según el varnashrama), y, en última instancia, asumir su lugar en silencio.

La historia real es muy diferente. Más o menos desde 1972 hasta 1988, las mujeres permanecieron prácticamente en silencio con relación a los roles que se les asignaban y la manera en cómo las trataban. En ese tiempo, los hombres líderes de ISKCON las acorralaron para que se ubicaran en la parte de atrás de los templos, les impidieron dar clases, dirigir kirtans, cantar japa en el templo, hacer servicio en las actividades administrativas, l dieron menos instalaciones de vivienda o directamente no les dieron ashramas, les sacaron el servicio de pujari, como ofrecer el arati durante una ceremonia tan concurrida como el mangala-arati, e implementaron otras restricciones sociales y devocionales.

Durante más de una década, las mujeres seguimos con amabilidad, humildad y dedicación los dictados y mandados que nuestros hermanos nos impusieron, aunque con frecuencia esas reglas fueran completamente opuestas a la guía y el ejemplo de Srila Prabhupada.

Los hombres líderes de ISKCON llevaron a cabo un “experimento social”, el stri-dharma, y cambiaron lo que Prabhupada nos había enseñado respecto a lo que las mujeres podíamos hacer y cómo se nos debería tratar. Estoy completamente segura de que este experimento no se llevó a cabo con mala intención. Más bien, al repasar toda la historia parece que los cambios en ISKCON surgieron a partir de la visita a la India de algunos hombres líderes (en especial algunos sannyasis), donde adoptaron una vaga idea de los estándares sociales apropiados para las mujeres y que consideraron como ideales “védicos” o “dhármicos”.

Las mujeres abrazaron este experimento social con el corazón abierto y continuaron sirviendo con integridad. Fueron y son partes integrales de la prédica y la manutención del movimiento para la conciencia de Krishna. Por lo general, recaudaban la mayor parte de los fondos en casi todos los templos y conseguían que el sankirtana y los servicios en la cocina, el pujari, los altares, los festivales y el cuidado de las niñas y los niños fueran viento en popa. A pesar de esto, no se las podía ver ni escuchar y debían ser sumisas con todos los hombres, no solamente con sus esposos. Las mujeres agachaban y cubrían sus cabezas y mantenían la boca cerrada.

Mis hermanas y yo creíamos que la visión consciente de Krishna era obedecer a nuestros hermanos y sus necesidades. A fin de cuentas, la humildad es el precio que hay que pagar por el amor a Dios. Como hijas de Srila Prabhupada y en agradecimiento a lo que nos había dado, éramos capaces de entregar nuestras vidas para complacerlo. ¿A quién le importaba qué servicios podíamos o no hacer las mujeres? ¿O que nuestros hermanos se atribuyeran la autoría de los servicios que nosotras hacíamos? Incluso tolerábamos que hablaran mal de nosotras. ¡Y lo hacían con frecuencia!

También sentíamos compasión por nuestros hermanos. Nos daba pena que sus sentidos estuvieran tan perturbados hasta el punto de menospreciarnos para poder controlar sus impulsos sexuales. Por alguna razón, nuestros hermanos proyectaron sus desafíos en nosotras y así nos menospreciaron, se burlaron, nos desmoralizaron e intentaron borrarnos del mapa. A pesar de ello, nosotras sabíamos que el avance era un proceso interno y que nuestros hermanos no lograrían arrebatárnoslo.

Las normas sociales establecidas en ISKCON provocaron en un gran porcentaje de mujeres ansiedad, falta de seguridad en sí mismas, sentimientos de vergüenza, inseguridad, indefensión aprendida, a odiarse a sí mismas, depresión, y abuso físico y psicológico.

En general, como grupo, nuestros hermanos hombres nos fallaron. No nos protegieron y tampoco protegieron a nuestros hijos e hijas. La demanda predominante de que las mujeres deben someterse a un experimento stri-dharma, ya sea continuado o renovado, ignora de manera insensata que este experimento ya se realizó y falló estrepitosamente, y no precisamente porque las mujeres no obedecieran o permanecieran calladas. También pasamos por alto que las mujeres todavía sienten agudamente las punzadas del prejuicio y la opresión, como lo demuestran las preguntas que me hicieron en una reciente conferencia virtual internacional para vaishnavis.

La discusión acerca de los roles de las mujeres se centra en conceptos erróneos del varnashrama. Los diferentes artículos de este libro responden al fundamento de que varnashrama es necesario para practicar el bhakti. Puedo afirmar brevemente que esta idea contradice la definición de bhakti puro establecida por Srila Rupa Goswami, que declara enfáticamente que el bhakti puro está libre de cualquier matiz de karma o jñana. Krishna mismo explica este sentimiento en el Gita (18.66): abandona todos tus prejuicios sobre el dharma y entrégate a Mí. Tan solo ocúpate en bhakti y entrégate a Mí.

Tal como escucharemos, Srila Prabhupada ocupó a las mujeres en todos los servicios, incluso aquellos que algunos hombres querían negarles en nombre del stri-dharma. Si quieren verlo por ustedes mismos, visiten esta presentación narrada de diapositivas, producida por Visakha y Malati Prabhus: https://youtu.be/fH1xA4L_irg. Es sorprendente ver todo lo que Srila Prabhupada permitió hacer a las mujeres durante su presencia física en este mundo.

Igualmente, nos corresponde identificar lo que los defensores del stri-dharma han decidido implementar y lo que han decidido desechar, a pesar de que sigan declarando que “su” varnashrama es puro y necesario. El Varnashrama dice que debemos satisfacer a los semidioses de forma regular. Solo podemos salir de la casa bajo circunstancias rigurosas. Debemos realizar todas las funciones corporales (como comer, dormir y orinar) siguiendo reglas elaboradas. La lista de lo que debe y no debe hacerse es larga y poco tiene que ver con el bhakti. En más de una ocasión, Srila Prabhupada dijo que era prácticamente imposible establecer el varnashrama [1] , pero no tuvo problema alguno en demostrar cómo vivir la vida moral y virtuosa del bhakti del bhagavad-dharma.

Así como no podemos manipular una religión aceptando y rechazando varios de sus principios, tampoco podemos afirmar que tenemos un sistema varnashrama si elegimos ciertas cosas y rechazamos otras de manera subjetiva. Por ejemplo, no podemos enfocarnos mayormente en el rol de las mujeres e ignorar lo que el sistema encomienda a los hombres grihasthas y a los sannyasis. Es un sistema completo que no funciona si falta alguna parte, por mínima que sea. El Rey Nriga era un seguidor ejemplar de cada pequeño detalle del varnashrama; pero un pequeño paso en falso (aunque fuera inconsciente) causó estragos en su vida. La implementación parcial del varnashrama ha sido devastadora, tal como nos cuentan las mujeres que lo han vivido de primera mano.

Los partidarios del stri-dharma enaltecen las glorias de la cultura de la India para justificar su versión alterada del varnashrama. Sin embargo, para poder afirmar que la India es un ejemplo de cultura social gloriosa tendríamos que ignorar el hecho de que allí ya no se practica el varnashrama. Los remanentes de esa cultura se han contaminado debido a los siglos de dominio musulmán, solo nombrar uno de los tantos factores de influencia.

La India ya no es un modelo de cultura social ejemplar. En el año 2019, la Fundación Thomas Reuters declaró que la India es “el lugar más peligroso del mundo para las mujeres”, refiriéndose a las muertes relacionadas con la dote, los asesinatos de honor, las violaciones sexuales, el tráfico sexual, el matrimonio infantil forzado, los ataques con ácido y el hecho de que un 70% de las mujeres fueron víctimas de violencia doméstica. De acuerdo con la Oficina de antecedentes penales de la India, cada tres minutos se comete un crimen en contra de las mujeres y la mayoría de los actos de violencia doméstica no se denuncian. La India sobresale por tener la tasa más elevada de infanticidio femenino del mundo.

Srila Prabhupada es el único ejemplo al que podemos recurrir para identificar la moral de nuestra Sociedad basada en los valores de una cultura sagrada. Él era inequívoco. Repetidamente. Una y otra vez, cuando se le pedía que aclarara los roles, las responsabilidades y las oportunidades de seva para las mujeres, siempre respondía lo mismo: Las chicas son tan buenas como los chicos; en la plataforma espiritual no hay ninguna diferencia; el bhakti no tiene nada que ver con el nacimiento. El quería que las chicas predicaran e hicieran las mismas actividades que hacían los chicos, incluso que hicieran arcana, que abrieran templos y que actuaran como gurus; y también les dio diksa.

Recientemente, en una conferencia virtual de vaishnavis, me preguntaron por qué las discípulas de Srila Prabhupada guardamos silencio. Reconozco que tardamos en encontrar nuestra voz, pero no hemos permanecido calladas. Desgraciadamente, durante el tiempo que necesitamos para reunir el valor para hablar, los comportamientos sociales se arraigaron y la visión distorsionada de las mujeres se enraizó profundamente en la psique individual y colectiva, y aún prevalece en diferentes niveles.

Además, al comienzo los cambios fueron lentos, y los pocos que se lograban implementar se seguían a regañadientes o de mala gana. Posteriormente, había templos que adoptaban algún cambio, pero en ocasiones se retractaban. Cuando comenzamos a hablar, la mayoría de nuestros hermanos espirituales líderes simplemente nos ignoraron. El sentir general era que solo había unas pocas mujeres inconformes que seguramente se acabarían callando o marchando (para aquel entonces, muchas mujeres ya habían abandonado el movimiento Hare Krishna), así que no vieron la necesidad de actuar.

Fueron necesarios varios años de diálogo activo y enfocado para ganar el respaldo público de un puñado de hermanos (Anuttama dasa, Bhakti Tirtha Swami, Bir Krishna Swami y Mukunda Maharaja), un paso que requirió mucho valor de su parte. En esa época, la mayoría de nuestros hermanos espirituales hombres permanecieron en silencio o se resistieron, incapaces de responder a sus hermanas espirituales con la misma compasión y apoyo que Srila Prabhupada había dado libre y profusamente a todos, “chicas y chicos”. Y aunque estos hombres ya no representan a la gran mayoría, muchos de los que se hallan en posiciones de poder tienen dificultad para incluir la participación plena de las mujeres. Frecuentemente los líderes hombres no instruyen a sus discípulos y seguidores a tratar a las mujeres con cortesía o consideración vaishnava. Por tal motivo, los comportamientos irrespetuosos, despectivos y degradantes continúan ocurriendo en muchos templos, tanto de forma sutil como burda. Esto es especialmente problemático en nuestros centros de Mayapura y Vrindavana, porque personas devotas de todo el mundo acuden para aprender a comportarse en conciencia de Krishna y, allí, desafortunadamente, los comportamientos sexistas son prominentes.

Aunque las hijas de Srila Prabhupada hemos pasado años creando conciencia, educando, dando conferencias, buscando soluciones y escribiendo muchos artículos, acabamos de iniciar el viaje hacia la salud socio-espiritual de las mujeres, las niñas y los niños del movimiento Hare Krishna.

Los hombres y las mujeres de ISKCON no deberían permitir que el maltrato hacia las mujeres continúe o se repita en ningún centro, templo ni hogar. Para poder cambiar los paradigmas y los comportamientos sociales arraigados, especialmente los que tienen que ver con aquellos que parecen estar respaldados por los shastas y el guru, es necesaria una sólida comprensión de estos problemas complejos. Y en este diálogo tenemos el inconveniente de que partimos del supuesto de que las mujeres son menos inteligentes. Por lo tanto, si queremos que nos tomen en serio, si estamos lidiando con una circunstancia o evento actual en nuestro templo y queremos cambiarlo, y si queremos defender a nuestras hermanas, tenemos que volvernos expertas en este asunto. Afortunadamente, este libro facilitará la tarea.

Los ensayos de esta obra aportarán luz a las personas devotas de todo el mundo. Los temas que tratan son tan relevantes hoy como lo eran en el pasado, y pueden servir como mapa para avanzar hacia el futuro. Las devotas y los devotos mayores, tras considerar profundamente el tema, han mostrado abiertamente en estos textos sus sabios corazones. Conocían a Srila Prabhupada y vivieron bajo su techo. Este no es apenas un importante libro de historia. También es un recurso muy útil, una auténtica enciclopedia de respuestas para conceptos erróneos sobre las mujeres y sus roles en la conciencia de Krishna. Si consultas regularmente esta referencia completa, estarás en tierra firme y con buena compañía.

Una de las contribuciones más importantes de este libro es que ofrece la información y la sabiduría de nuestras experiencias, para que permanezcas fuerte ante todo aquello que sea contrario al bhakti. Sin duda, prohibir servicios basándose en criterios de nociones corporales un acto de violencia dirigido a la propia Bhakti Devi.

Para concluir, quiero llamar la atención sobre una anomalía. Algunas personas afirman que las mujeres se decidieron a hablar porque querían poder y posición. Sin embargo, cabe señalar que ninguna mujer ha tomado ningún poder. Y aquellas mujeres a las que se les ha pedido que ocupen posiciones de servicio de mayor visibilidad debido a los talentos y la devoción que les ha dado Krishna (además de cumplir con sus amorosas responsabilidades como esposas y madres), lo han demostrado su valía. Entre las devotas que han servido como líderes en el presente y en el pasado, se incluyen: Ananda Vrindavan dasi, Dina Sarana dasi, Jaya Sri dasi, Kosarupa dasi, Krishnarupa dasi, Kusha dasi, Lila Shuka dasi, Malati dasi, Mathura Mandala dasi, Mukhya dasi, Prasanta dasi, Radha dasi, Rukmini dasi, Sandamani dasi, Sudharma dasi, Tadit dasi, Vaibhavi dasi, Visakha dasi, Vraja Lila dasi y Yamuna dasi. Seguramente me estoy olvidando de varias, porque son muchas ¡y ni siquiera las conozco a todas! Sería muy desafortunado que el movimiento Hare Krishna perdiera a estas devotas y su servicio por una cuestión de noción corporal.

Mi esperanza más sincera es que encuentres la inspiración y la motivación para continuar el trabajo que comenzaron las hijas de Srila Prabhupada. Con demasiada frecuencia, sigo escuchando en todo el mundo las lágrimas de las mujeres que enfrentan discriminación, maltrato, crueldad, falta de respeto e incluso abusos.

Oro para que todos, hombres y mujeres, paremos de contaminar el Vaishnavismo Gaudiya con la mentalidad smarta que inyecta conceptos sexistas, racistas, sectarios y otras formas de prejuicios e intolerancia. Srila Prabhupada señaló la historia en la que numerosos hinduistas se convirtieron al islam, desalentados y desmoralizados por el comportamiento y las restricciones impuestos por los smartas arrogantes, quienes intentaron controlar sus posiciones “exaltadas” en el varnashrama excluyendo a otros. La envidia no tiene cabida en la vida espiritual.

El asunto está en nuestras manos. ¿Queremos enseñar al mundo la nobleza del Vaishnavismo Gaudiya y sus maravillosos ideales de alcance universal independientemente de la raza, el sexo o la casta? Representar estas enseñanzas sagradas al mundo es un gran honor. ¿Las representaremos no solo con nuestras propias prácticas espirituales sino también con nuestra manera de tratar a nuestras mujeres, niñas y niños? Espero que sí, y espero que este libro nos ayude a marchar adelante.

Deseo que este libro te dé la visión, la determinación y el coraje para defender a las madres, hermanas, hijas, nietas y todas las generaciones de mujeres por venir, para que todo el mundo tenga pleno acceso a la práctica del bhakti de acuerdo con sus talentos.
Ojalá que encuentres tu voz y ojalá que sea fuerte. Y ojalá que la encuentres antes de lo que nosotras encontramos la nuestra.

Una nota acerca de la estructura de este libro

Cuando abrí el archivo Word con el artículo que Yamuna Devi leyó en la presentación del Ministerio de la mujer al GBC en el año 2000, me quedé asombrada al ver la fuente que había elegido. “¡Por supuesto!”, pensé. Yamuna era una calígrafa experta, lo que significaba que tenía un gusto refinado por la tipografía. Y en el archivo que seguramente solo ella vería, había elegido una fuente Serif antigua y elegante.

Me conmoví al recordar su constante atención al detalle en todo lo que hacía. Me pareció simbólico usar la misma tipografía que ella utilizó para este libro. Sería una forma de honrarla y recordar su último deseo de otorgar fuerza a las mujeres.

Así que para este libro decidí usar la fuente Sabon, una tipografía cuyo origen se remonta al siglo XV. He combinado Sabon, una fuente serif, con Karla, una fuente sin serif, para los títulos y encabezados. Creo que a Yamuna le hubiera gustado la combinación. De esta manera, podemos conectarnos con ella a lo largo de la versión impresa y el formato PDF del libro. Todas las demás versiones digitales cambian la fuente dependiendo del dispositivo que se use.

He organizado el material de este libro por orden cronológico, y en el índice se pueden ver los años en los que se publicaron los escritos. No obstante, era mejor colocar algunos textos en el apéndice. Por ejemplo, no tenía sentido colocar las revistas Pritti-laksanam en medio del libro. Otros textos eran libros en sí mismos y no se podían incluir en el contenido principal.

Como este libro es digital, me resulta posible incluir enlaces a grabaciones, vídeos y otros archivos PDF para incrementar el acceso a material complementario.

Junio de 2020

[1] Clase del Gita 3.18-30, 30 de diciembre de 1968; clase del Bhagavatam 3.25.14, 14 de noviembre de 1974; clase del Bhagavatam 6.1.24, 8 de julio de 1975.

Este texto pertenece al libro “La voz de las mujeres emerge en ISKCON”. Te invitamos a seguir leyendo su contenido aquí: https://vaishnaviministry.org/surgimiento-espanol/

Introduccion

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